Desde que el 9 de agosto obtuvo el 38.5% de los votos en las PASO, Daniel Scioli viene padeciendo una serie de traspiés -propios o de su entorno- que llevan a poner en duda su capacidad de gobierno. Ha perdido la iniciativa, se mueve por impulsos defensivos, se excusa una y otra vez.
Atrapado en el estrecho círculo kirchnerista, un anillo de hierro que no le permite apartarse una letra del libreto establecido, gira y gira en torno a un "proyecto" que hace agua.
Tres de los candidatos presidenciales de la oposición, Mauricio Macri (Cambiemos), Sergio Massa (UNA) y Margarita Stolbizer (Progresistas) realizaron una conferencia de prensa conjunta para exigir comicios limpios en octubre, así como para respaldar al candidato a gobernador José Cano, de Tucumán, de extracción radical. Una foto impensable hace pocos meses atrás, que sólo los desmanes del gobernador Alperovich y su troupe podían lograr.
Esa circularidad monótona en la que se desplaza Daniel Scioli es su propia ruina, porque no se puede desentender del kirchnerismo que le brinda un tercio del electorado. Pero tampoco, por su carácter maleable, le permite poner sus propias reglas a un peronismo K que está mostrando señales de crisis. Alperovich, Insfrán, Milagro Sala, Axel Kicillof, Aníbal Fernández, son las caras visibles de ese movimiento desgastado, repetitivo, de eterno retorno a las mismas ideas y discursos.
Desde su trono olímpico, Cristina Fernández de Kirchner sigue echando rayos enfurecidos cuando realiza sus más que frecuentes cadenas nacionales, desdibujando aún más a la figura de su candidato a la sucesión.
A la interrogante habitual de si un presidente no kirchnerista -Macri o Massa- podría gobernar, hoy la pregunta se vuelve como un boomerang hacia Daniel Scioli: ¿podrá gobernar o será una mera figura decorativa, vaciada de contenido y fuerza, mientras Cristina Fernández de Kirchner permanecería manejando los hilos de la marioneta a escondidas? Personajes que han acumulado tanto poder y dinero en doce años, gozando de impunidad y soberbia, no se irán tranquilamente a sus hogares a cultivar bonsai o jugar al tute. Utilizarán todos los recursos que ahora disponen para poner obstáculos y, de ganar Scioli, acumularán más poder que ahora.
¿Qué pierde Cristina Fernández de Kirchner si Scioli es derrotado? Si bien pierde una fuerte garantía de impunidad, quedaría como jefa de la oposición. No será ella la derrotada, sino Scioli, alguien que no es de su entorno íntimo. ¿Quiere que gane Scioli? Muy probablemente sí, pero tampoco la desvela sentar al motonauta en el sillón de Rivadavia, con el que debería compartir protagonismo.
Ni Macri ni Massa son Fernando de la Rúa, otro personaje de escaso carácter como Scioli. La oposición también ha aprendido de los errores cometidos por la Alianza, de cuyo componente frepasista se viene nutriendo el kirchnerismo desde los inicios.
En términos ajedrecísticos, Scioli juega con las piezas negras y no ve las jugadas con anticipación. Está siendo jaqueado una y otra vez, por lo que sólo atina a escudarse tras algunas piezas de dudosa confiabilidad. Si bien aún no se conocen sondeos posteriores a las PASO, es sumamente probable que estos vayan señalando el deterioro de Scioli. Ese desgaste llega a la propia provincia de la que Scioli sigue siendo gobernador hasta diciembre, en donde su candidato Aníbal Fernández está siendo aventajado por María Eugenia Vidal, que sigue sumando adhesiones, dándole un golpe letal a la aspiración de un nuevo período presidencial del Frente Para la Victoria.
La oposición, por su lado, va dando muestras de madurez con vistas a acordar políticas de largo plazo, y en este sentido se inscribe el artículo del ex canciller Dante Caputo en La Nación. Ya se están desvaneciendo las viejas sospechas entre centroizquierda y centroderecha, porque lo que está en juego es la democracia, para que no derive en una parodia al estilo chavista-madurista.
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