viernes, 28 de agosto de 2015
La persistencia de DOS
Y no: contrariamente a lo que el autor de este blog había supuesto, las primeras encuestas posteriores a las PASO siguen mostrando la persistencia de Daniel Osvaldo Scioli en torno al 40%, en tanto que Mauricio Macri se sitúa en el 32%. Más atrás, Sergio Massa sigue perseverando con un 16%, quizás porque los votantes de José Manuel de la Sota aún no se han definido por él, o bien están migrando hacia el kirchnerismo y Cambiemos.
Lo cierto es que, si los sondeos muestran el mapa de preferencias, a Daniel Osvaldo Scioli no lo han afectado las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires, su fugaz viaje a Italia durante ese desastre, ni las escandalosas elecciones celebradas en Tucumán.
Para los sectores más vulnerables de la sociedad argentina, la prioridad es preservar lo que tienen, y el kichnerismo se funda en el miedo a que se vuelva a vivir una crisis como la del 2001. A pesar de que la inflación golpea más duro en esos sectores, optan por aquello que les resulta conocido, resignándose. Argentina se ha convertido en una sociedad de bajas expectativas, en la que la movilidad social ascendente se reduce a tener unas pocas comodidades más, pero no un salto cualitativo en el nivel de vida. Como si el esfuerzo para el ascenso social fuera un ensueño de otro mundo, una fantasía a la que no vale la pena plegarse en una realidad que poco y nada tiene para ofrecer. A esta narrativa fatalista se añade la práctica despiadada del kirchnerismo de demolición de la crítica, como la que se desató contra Carlos Tévez cuando comentó sobre la pobreza en Formosa. Rápidamente se puso en marcha el operativo de descalificación, al llamarlo "villerito europeizado", estigmatización a la que se sumó el gobernador Insfrán cuando calificó a los porteños de "europeos en el exilio". No se debate sobre la pobreza, sino que se hunde en insultos a quien señala su existencia.
Pero Scioli no tiene asegurada la presidencia y sigue sin tener la iniciativa. Los referentes de la oposición están varias jugadas adelantadas en este tablero, ahora exigiendo la implementación de la boleta única electrónica, con el fin de garantizar elecciones limpias. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires resultó exitosa, y no hay motivos para no llevarla adelante en todo el territorio argentino.
La cuestión es, entonces, ¿cómo transmitir la necesidad de cuidar las instituciones ante una ciudadanía mayormente apática, que observa estas discusiones como si no la afectara, y que se ha vuelto conformista? Un cambio cultural de esta magnitud no se logra en dos meses, pero sí hay posibilidades de horadar esta frágil fortaleza en la que se sostiene el kirchnerismo.
Daniel Osvaldo Scioli representa un sistema operativo que ha quedado obsoleto, se mantiene a fuerza de inercia, mientras buena parte del mundo está dando pasos gigantes hacia otros esquemas de acción y pensamiento. Encarna el fatídico "es lo que hay", lamentándose en excusas por las inundaciones, el cambio climático y la campaña de la oposición. Pero en tanto siga en ese camino, sólo ofreciendo "optimismo y esperanza", su figura se irá desgastando en lo que queda hasta los comicios de octubre. En un país que quiere mandatarios ejecutivos, Daniel Osvaldo Scioli no transmite esa imagen.
¿La oposición capitalizará estos gruesos errores del Frente Para la Victoria? Esa es la pregunta a responder.
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