miércoles, 28 de octubre de 2015

El derrumbe del candidato inevitable.

Tras varios meses en los que se buscó instalar la idea de que Daniel Scioli era el presidente "inevitable", ya casi consagrado en las urnas, el desempeño que tuvo en la primera vuelta resultó decepcionante para los propios, que se están hundiendo en la desazón.
La retórica de la épica política, carente de sustancia, los llevó a su propio callejón sin salida. A pesar de que Daniel Scioli es el más presentable de los candidatos del Frente Para la Victoria, esto no alcanzó para que lograra salir del estrecho círculo del kirchnerismo. 
Convenció a los convencidos, pero no logró salir de ese margen.
Mauricio Macri, en cambio, logró ubicarse como el candidato con más expectativas para ganar la presidencia. 
El escenario que veníamos planteando desde hace tiempo, de que el centro de la disputa era la Provincia de Buenos Aires, fue el que prevaleció. Allí, la candidata a gobernadora María Eugenia Vidal triunfó cómodamente sobre Aníbal Fernández, derrumbando esa idea instalada por muchos analistas políticos de que no había corte de boleta en el distrito más poblado de Argentina. Ya lo adelantamos: esa aseveración era falsa, y se comprobó abundantemente el domingo.
Daniel Scioli, que hizo toda su carrera política bajo el ala de presidentes -Menem, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner- no puede desarrollar su propia personalidad como candidato a la primera magistratura. Siempre se transformó en una copia del presidente de turno, como un Zelig de la política argentina. En el momento crucial en que estuvo al frente del escenario, sólo, como protagonista, no supo ya quién era él. De allí esa aseveración tan extraña de que habrá "más Scioli que nunca".
El triunfo de María Eugenia Vidal le ha dado una estocada letal a las ambiciones presidenciales de Daniel Scioli, a lo que se suma el desbande desordenado del Frente Para la Victoria, con acusaciones a su propio candidato. Una persona honorable defiende a su partido y candidato hasta el último momento, en las buenas y en las malas; pero esto no es así en estos días. Acostumbrados a ser una máquina de agravios, una metralla de agresión verbal, se han lanzado histéricamente a lanzar una campaña del miedo sin sustento, mostrando una debilidad pasmosa.
Sergio Massa, de reconocida habilidad, interpretó rápidamente el mapa y probablemente negocie un acuerdo de gobernabilidad con Mauricio Macri. Y así lo harán, en menor grado, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Sáa. Cambiemos, entonces, se convertirá en el eje de una gran coalición de gobierno que puede y debe restaurar la plena vigencia de las instituciones, la independencia del Poder Judicial y el funcionamiento del Congreso como el gran escenario de los debates por venir.
¿Qué debería hacer Mauricio Macri de cara a la segunda vuelta? En principio, no prestar demasiada atención a Daniel Scioli, que está enfrascado en discusiones con Hebe de Bonafini, Carta Abierta y el resto del kirchnerismo duro. Debe ir al debate, tal como lo ha hecho poco tiempo atrás con los otros candidatos de la oposición. Mauricio Macri debe seguir hablando a los ciudadanos, ganar su confianza, ir proyectando sus grandes metas para la presidencia. Mientras Scioli se desvanece y no puede recuperar la iniciativa, Macri está transmitiendo una gran confianza de cara al mañana. En esto lo ayuda María Eugenia Vidal, la nueva estrella de la política argentina, fortalecida por su triunfo tras meses del ninguneo más desembozado por parte de sectores del periodismo y de la política.

lunes, 19 de octubre de 2015

Las dudas del 25

El próximo domingo 25 de octubre se celebrará la primera vuelta electoral en Argentina aunque, en rigor, bien podría decirse que la primera fueron las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias).
En las PASO, Daniel Scioli no llegó al tan anhelado 40% que le abriría la puerta a la presidencia, quedando en 38,5%. De acuerdo al extraño proceso electoral argentino, hecho a la medida del Partido Justicialista en la reforma constitucional de 1994, la fórmula que obtenga 40% y una distancia de diez puntos sobre el segundo binomio, alcanza la primera magistratura. Si la fórmula más votada llega al 45%, también resulta electo.
Ahora bien: las encuestas serias parecerían indicarnos que Scioli no llega al 40%, y que Mauricio Macri está repuntando levemente, con lo que habría un ballottage en noviembre. El primero desde la reforma constitucional de 1994.
A mi criterio, la estrategia electoral de Cambiemos tiene un error y un acierto enorme. El error, en no explotar las falencias de personalidad de Daniel Scioli, un gobernador que no se atreve a formular una sola idea concreta y que, en los momentos de zozobra, se escabulló de los problemas, tal como pasó con su viaje a Italia cuando su provincia se estaba inundando. Asimismo, Scioli no tiene el control de su partido; no sólo eso, ni siquiera tiene la plena confianza del kirchnerismo, que lo tolera como un mal menor.
El gran acierto de Cambiemos es, por otro lado, en enfatizar la campaña a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. No sólo porque es el principal distrito con el 38% del electorado y que es gobernada actualmente por Scioli, sino por el contraste abismal entre el candidato kirchnerista Aníbal Fernández y la candidata de Cambiemos, María Eugenia Vidal. 
"Analistas" que jamás estuvieron en un escrutinio, aseveran con cara de sabihondos que no hay corte de boleta en la provincia de Buenos Aires. Falso.
Como en la provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta para la gobernación, Vidal o Fernández ganarían con simple pluralidad de sufragios. Si María Eugenia Vidal ganara la gobernación provincial -tiene muy serias posibilidades- y Mauricio Macri fuera a un ballottage con Scioli, el candidato presidencial del Frente Para la Victoria llegaría muy debilitado y cuestionado a la elección de noviembre.
De allí que, en este tramo, tanto énfasis se esté poniendo en la figura de María Eugenia Vidal, joven de 42 años y sin cuestionamientos a su pasado. Es la gran apuesta de PRO, de Cambiemos y una política que emerge con fuerza en el escenario político.

sábado, 3 de octubre de 2015

Scioli, ausente del debate.


A casi treinta y dos años de democracia, el domingo 4 de octubre se celebrará el primer debate de candidatos presidenciales en Argentina. Y, sin embargo, quien ya avisó que estará ausente es el candidato oficialista Daniel Scioli. Su argumento -irrisorio- es que se precisa una ley que lo obligue a participar.
Más allá de esta afirmación insostenible, lo cierto es que probablemente no merezca la menor reprobación de la ciudadanía, y que su ausencia no haga la menor mella a su intención de voto para la primera vuelta. Los argentinos se han convertido en una sociedad de bajas expectativas, muy diferente a la de decenios atrás. El fuego del civismo se ha apagado y gana el cinismo más desenfrenado, como el de los candidatos de Massa que se pasan con bombos y platillos a las filas del oficialismo, exhibiendo claramente la fragilidad del armado político del ex intendente de Tigre.
En Argentina no hay una tradición de debates presidenciales, una práctica sólo existente para los candidatos a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En tal sentido, Mauricio Macri ya ha participado en varias de estas confrontaciones, siendo el único de los candidatos presidenciales que tiene experiencia.
Son célebres los debates históricos de otros países: el de Richard Nixon y J. F. Kennedy en 1960, los de Giscard D'Estaing con Mitterrand, y los de la vecina República Oriental del Uruguay.
Y, no obstante, en Uruguay también el candidato oficialista no participó del debate televisivo de 2014. Tabaré Vázquez -que tenía bastante práctica en este tema- se ausentó de confrontar ideas con el resto de los candidatos. Aun así, si bien no ganó en la primera vuelta, sí logró acumular una distancia considerable con respecto a Luis Lacalle Pou, el segundo en la disputa.
Carlos Menem dejó una silla vacía en el debate que se ofreció en el programa Tiempo Nuevo, en 1989, con el entonces gobernador cordobés Eduardo Angeloz, de la UCR. ¿Sanción de la ciudadanía? Ninguna, porque Menem alcanzó la mayoría de los electores presidenciales en mayo de ese año.
Cristina Fernández de Kirchner no sólo se negó a debatir en 2007 -quien esto escribe, conoció de primera mano las gestiones realizadas por las autoridades de la Universidad de Belgrano para ser el escenario del debate, en el auditorio Sarmiento, para ser transmitido por CNN en Español-, sino que jamás tuvo contacto con el periodismo independiente durante la campaña. 
En 2011, la distancia que logró Cristina Fernández de Kirchner en las PASO con respecto a sus competidores, hacía ilusorio todo reclamo de un debate.
Pero el gobernador Daniel Scioli, que en un principio adhirió a la idea, sólo busca huir de toda posibilidad de poner en evidencia que trata de mantener el apoyo del electorado kirchnerista, a la vez que cultiva una imagen de moderación que le suma cierto voto en el centro. Para Scioli, no es tiempo de cometer errores, y su aparición en un debate televisivo puede exponer las fragilidades de su gestión como gobernador y la ausencia de programa, ocultos tras slogans emotivos.
De este modo, los ciudadanos no sólo no podrán conocer las ideas de Daniel Scioli, sino tampoco observar su temple, personalidad y capacidad de diálogo.
Así, el debate será sólo de las variadas fuerzas opositoras, tal como ocurrió en el debate uruguayo de 2014.
Una vez más, se impone la imagen sobre la idea, en perjuicio de la calidad de la democracia.