A una semana de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en Argentina, las encuestadoras indican que la primera minoría será el Frente Para la Victoria, con su único precandidato a presidente Daniel Scioli. Este resultado no es sorprendente, ya que el FPV concentra un tercio del electorado argentino. Es mayoría en el conurbano bonaerense, en el norte argentino y la Patagonia. Si bien las provincias como Santiago del Estero tienen pocos votantes, los porcentajes que allí recoge el kirchnerismo le alcanza para compensar su bajo desempeño en distritos como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Salvo los pronósticos que muestran un par de encuestadoras, la mayoría exhibe a la coalición Cambiemos como la segunda opción, aunque difieren en cuanto a la distancia que tendrá con respecto al Frente Para la Victoria.
En Cambiemos compiten Mauricio Macri -Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires-, el senador Ernesto Sanz (Unión Cívica Radical) y la diputada Elisa Carrió (Coalición Cívica). Es una coalición que, hasta hace un año atrás, resultaba poco menos que impensable y ahora muestra buena sintonía en sus relaciones. En la Provincia de Buenos Aires, en donde vive el 38% del electorado argentino, tiene una precandidata única a la gobernación: María Eugenia Vidal que, de acuerdo a varios sondeos, estaría entre los candidatos individualmente más votados en ese importante distrito. El Frente Para la Victoria presenta dos precandidatos a gobernador, tras el pedido de la presidente de un "baño de humildad" para que otros se retiraran de la competencia. Son el actual Jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, y el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez. La ventaja y la desventaja para Aníbal Fernández es, paradojalmente, la misma: es muy conocido. Su punto de partida es ventajoso en términos de nombre, ya que es rápidamente identificado por el casi 100% de los ciudadanos, pero genera el más alto rechazo entre todos los precandidatos a la gobernación. Julián Domínguez, en cambio, es un desconocido, lo que habla también de la poca relevancia del Congreso en estos años. A Aníbal Fernández lo acompaña Martín Sabbatella en la fórmula, un permanente crítico del gobernador Daniel Scioli, y que es parte del universo kirchnerista a través de su propio partido, Nuevo Encuentro. Esto ha despertado la animadversión de muchos intendentes peronistas en el conurbano. A Julián Domínguez, en cambio, lo acompaña el intendente de La Matanza -bastión inexpugnable del peronismo bonaerense-, Fernando Espinoza. El precandidato único de UNA, la alianza del peronismo disidente de Sergio Massa y José Manuel de la Sota, es el ex gobernador Felipe Solá, también ampliamente conocido y con gran experiencia en campañas.
Es en la Provincia de Buenos Aires donde se libra este Armageddón: Macri ha concentrado gran parte de la campaña en este distrito, que es el que gobierna Daniel Scioli desde 2007, y el que es también la plataforma del tercero en discordia, el diputado Sergio Massa. A diferencia de otras provincias que celebraron sus elecciones provinciales y municipales en una fecha separada, la de Buenos Aires ha venido estableciendo su calendario en coincidencia con los comicios nacionales desde el retorno a la democracia, precisamente por su relevancia. Las boletas serán kilométricas: las categorías a votar son 1) presidente y vicepresidente, 2) diputados al Parlasur por distrito único en todo el país, 3) diputados nacionales, 4) diputado al Parlasur por la Provincia de Buenos Aires, 5) gobernador y vicegobernador, 6) diputados o senadores provinciales -se alterna cada dos años de acuerdo a la sección electoral, que son ocho-, y 7) intendente, concejales y consejeros escolares. La boleta tiene más de un metro de largo. Esta boleta sábana se puede cortar en cualquiera de las categorías mencionadas, pudiendo mezclar siete partidos o alianzas en un mismo voto, lo que significa un escrutinio lento y expuesto a múltiples trampas. Asimismo, se sabe que hay escuelas en donde se prohíbe el ingreso de los fiscales de las fuerzas opositoras, con la complicidad de las fuerzas de seguridad. Sí, esto que era habitual en los años treinta cuando gobernaba el conservador Manuel Fresco con su ministro Roberto J. Noble, sigue siendo una práctica fraudulenta en algunas zonas marginales del conurbano bonaerense. A esto, cabe añadir la multiplicación de boletas en el cuarto oscuro: el FPV lleva dos boletas sábanas, con sus respectivos precandidatos a gobernadores, y luego puede haber varios precandidatos a intendentes en cada municipio. Lo mismo ocurre con UNA, Cambiemos y partidos menores.
Un aspecto positivo de las PASO es que ponen en evidencia la importancia de tener estructuras partidarias, y que no todo es mediático o a través de las redes sociales. Los partidos políticos son cruciales en las democracias y es preciso que vuelvan a tener vida y vigor, mal que les pese a los gurúes posmodernos. No hay herramienta más poderosa para promover a un candidato que el boca a boca, y ello es posible articulando voluntades en un partido. Y los partidos organizados cuentan con la capacidad de fiscalizar y reunir gente entusiasta y comprometida con la causa.
Las encuestas, hoy, pronostican que Daniel Scioli será el individualmente más votado en las PASO, y algunas adelantan que llegará al 40%. La pregunta es: ¿a qué distancia quedará de Mauricio Macri, quien va segundo en los sondeos? Porque no es lo mismo que Cambiemos obtenga menos del 30% o que alcance el 35% en su conjunto y, además, cómo se presente el resultado en la noche de las elecciones. Por otra parte, si Cambiemos suma un tercio del electorado, será la primera vez que el kirchnerismo deba enfrentar a una alternativa con posibilidades de desplazarlo del poder. En 2007, Elisa Carrió llegó a sumar el 23%, muy por detrás del 45% de Cristina Fernández de Kirchner. En 2011, Hermes Binner fue el segundo con sólo 16,8%, a enorme distancia del 54% de Cristina Fernández de Kirchner. El escenario no es tan optimista y victorioso como lo pretende el kirchnerismo, aunque no está derrotado al mantener un importante caudal en torno al 35-40%.
La oposición está fragmentada, pero resultaba imposible aglutinarla, ni tampoco hay certeza de que esa suma se hubiera manifestado en las urnas. En política, una suma puede tener resultado negativo, o quizás multiplicar: es el universo de las incertidumbres, porque los ciudadanos no responden a la lógica aritmética.
La pregunta que busca respuesta, es cuáles serán los porcentajes que logren Cambiemos y la otra opción opositora, Sergio Massa. Todo indica que Massa ganaría la primaria frente al gobernador cordobés De la Sota y su simpática e inusual campaña en los medios, pero ¿logrará retener su caudal en las elecciones generales del 25 de octubre, o se repartirán sus votos entre Scioli y Macri? El domingo 9 de agosto veremos si las encuestadoras se aproximan a lo que expresen las urnas, y entonces tendremos un nuevo mapa de cara a la primera vuelta de octubre.
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